lunes, 13 de agosto de 2012

Nini

Desde pequeñito se aprende, que dice el refrán y el mío está aprendiendo desde pequeñito los usos y costumbres de la nueva corriente entre la juventud española: los "nini". Y es que mi retoño lleva un ritmo, que ni Paquirrín.  Y claro, tu preocupada, no vaya a ser que con tanto deshorario se le jodan los ritmos circadianos esos y ya no le funcionen en toda su vida y sea un inadaptado, o peor, la versión con chorra de YeSsIcAh MoReNiCaH.

Lleva un descontrol horario y vital, que nos lleva al happyfather y a mi loquitos perdíos. Y es que claro, se levanta a partir de las 10 para desayunar, adaptándose a lo que viene a ser la vuelta del after para los jóvenes de hoy. Pero a la hora de la comida está otra vez frito, porque él la siesta la hace a la hora a la que el resto de la humanidad está sentada a la mesa. Porque claro, se ha pasado toda la noche de fiestuky con los colegas (esto es, dándole por culo a mamá y papá, porque cuando no se desvela, es que es sonámbulo y se sienta a 'hablar' solo en la cuna, en mitad de la noche) ¡subidón, subidón!

Se levanta a partir de las 4 (a las 3 si hay suerte) para comer, y hay que darle la comida tirando a fría, que hace calor y comiendo de caliente se suda mucho. A la hora de la merendar está recién comido y ya no hace siesta. Que te puede llevar a pensar: "Ay madre, que este se me duerme a las 7 y vaya nochecita que me va a dar." Pues no, ya no se duerme, no. A las 7 - 8 está merendando siguiendo en esta espiral de descontrol y ninismo, que lleva los horarios que llevaba una cuando salía de fiesta (por lo que me cuentan, porque ya ni me acuerdo). Y se tira desde la merienda hasta las once o doce, que le pueden dar levantado, dando guerra, que sigue en la etapa "me gusta jugar a/con todo aquello que suponga llenarme de mierda hasta la coronilla, sobretodo si me acaban de poner de punta en blanco" y casi prefiero llevarlo todo el día a lo Tarzán, que los pañales los voy a tirar igual.

Cuando por fin cede y se deja arrastrar a casa, ya ha pasado la hora de cenar hasta en los McDonals 24 horas. Pero una que es madre y tiene obligaciones, lo desinfecta (porque eso no es bañarlo, eso es desinfectarlo) y le da su leche fresquita mientras esos padres agotados piensan (pobres imbéciles): "Ahora caerá rendido, entre las horas que lleva despierto y la guerra que ha dado, pasa la noche del tirón." Y cuando la fiera cae, los adultos se entregan al descontrol y el frenesí de quedarse sopas en el sofá, hasta que el niño sueña con algún monstruo (o con que va limpio, que le debe de dar mucho más miedo) y llora, y nos despierta, y le ponemos el chupete, y nos vamos a la cama, y nos da mala noche, y vuelta a empezar.

Y si esto en tu día a día cotidiano es una putada, imagínate si estás de vacaciones. Que intentas cambiarle los horarios para poder hacer vida como el resto de los mortales, y es imposible. Se pasa el día berreando y negándose a comer, o a dormir, o a dejarte un minuto de descanso, que es lo que tarda una en suicidarse. Vamos, que con este niño más no valía habernos ido a Ibiza y meterlo a currar de relaciones en la disco de moda. Llevaría el mismo ritmo de vida, pero ya estaría cotizando el chiquillo, que tal y como está la vida no es mala idea, no. Y de paso nosotros, viviendo una segunda adolescencia (no pongo 'juventud', que me deprimo aún más).

1 comentario:

  1. madre mía, me da la risa al leerlo porque lo cuentas con humor pero ¡madre mía! ¡ánimo! quiero pensar que solo es una fase y que se pasará.

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